CRIATURA DEL CAOS

¡El dolor es insoportable! Concentras toda tu energía y abres los ojos: primero uno y después el otro. Se cierran formando una ranura cuando se esfuerzan en ver una vez más, después se relajan a medida que distinguen formas conocidas en la luz tenue: un suelo sucio, paredes de piedra... Entonces el dolor te invade. Tu cabeza gira. Tus ojos se rinden y se cierran con firmeza en una mueca de sufrimiento. De forma instintiva, levantas las manos para cubrirte la cara, y un vago gemido se mezcla con el ruido sordo que hacen tus dedos hinchados al rascar la piel escamosa encima de tus ojos.
Al cabo de un momento, el dolor disminuye. Abres los ojos de nuevo y miras a través de tus dedos nudosos. Estás en lo que parece ser el final de un pasadizo. Apenas puedes distinguir lo que te rodea, pero del extremo norte del pasadizo surge una luz débil que se prolonga delante de ti. De la misma dirección proviene un sonido de respiración irregular. ¡Allí hay algo vivo! Levantas con esfuerzo tu cuerpo voluminoso hasta ponerte de pie. Las espinas se erizan a lo largo de tu espalda. Avanzas con resolución meneando tu pesada cabeza a un lado y a otro: la única opción que tienes es caminar hacia el norte. Los músculos se esfuerzan y logran levantar un pie entumecido, que se posa pesadamente en el suelo delante de ti. Repites la acción, primero con un pie, luego con el otro. Después de cuatro pasos el movimiento se vuelve automático. Caminas cada vez más deprisa y en silencio a lo largo del pasadizo. Cuando llegas al final, te fijas en una silueta acurrucada en el suelo frente a ti.
El pequeño cuerpo está tumbado de costado y mira hacia otro lado. Está envuelto en una capa marrón anudada alrededor del cuello y yace en un charco de líquido rojo y denso. Con cada respiración su cuerpo sube y baja de forma irregular. Dentro de ti se acumulan sentimientos que no identificas. ¿Ira? ¿Odio? ¿Miedo? ¿Curiosidad? ¿Ansiedad? ¿O incluso compasión? Te inclinas hacia la pequeña criatura mientras emites un rugido ininteligible.
El ruido despierta a la criatura, que se da la vuelta lentamente para mirarte. La cara sucia de la criatura tiene la piel blanca, aunque apenas es visible bajo el espeso pelo que le oculta los ojos cerrados y la boca casi por completo. El pelo le cae de forma abundante desde la barbilla hasta el pecho en una masa gris y rebelde. Debajo del cuerpo, el movimiento de la criatura ha dejado expuesta una hoja afilada y brillante que te llama la atención.
Mientras la observas, los ojos de la criatura se abren de golpe. Su mirada se clava en tu pesada figura y un gesto de terror invade su cara. A pesar de su dolor, busca la hoja brillante, la agarra y sostiene la punta afilada hacia ti enseñando los dientes.
Es evidente que el enano herido que has encontrado necesita ayuda.
¿Le harás ver que no quieres hacerle daño? Pasa al
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¿Intentarás hablar con él? Pasa al
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¿Le pisarás el cuello con fuerza? Pasa al
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