LA SOMBRA SOBRE RUANON (2ª Parte)

Si te atreves a ponerte en la piel de un Señor del Kai, si te crees capaz de desafiar a los Señores de la Oscuridad, o si deseas simplemete pasar un buen rato, entra y asume el riesgo... pero quedas advertido...
DRÁGALIN

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Horario: Noche
Lugar: Ciudad en ruinas de Maaken


Ya ha caido la noche cuando llegais a las afueras de la ciudad de Maaken. A pesar de encontrarse totalmente en ruinas, todavia se pueden contemplar grandes edificios de piedra que dan fe de la majestuosidad que una vez debió poseer esta urbe.

No teneis que pensar demasiado hacia donde dirigiros, ya que pronto descubrís una sombra alada que vuela sobre la ciudad a la luz de la luna llena. Parece que el Kraan desciende y os dirigís al interior por un paseo de piedra, a su encuentro.

La plaza principal esta llena de pedazos de grandes rocas caidas de los edificios que la rodeaban, y las malas hierbas e incluso algún que otro árbol han crecido aquí. Pero vuestra atención se centra en el Kraan que se ha posado sobre el único edificio que aun mantiene una planta de altura, que parece sostenerse a duras penas. La bestia os dirige un siseo, moviendo el cuello como una serpiente, mientras os observa con sus rojizos y malvados ojos.
Al lado del Kraan, Lobo Gris espera, con los brazos cruzados y rostro pétreo.

Detenéis a vuestras monturas mientras preparáis las armas, estudiando a vuestro oponente. El Maestro viste una gastada capa del Kai, que se agita en el viento nocturno, y porta enfundada una espada y al hombro un arco y un carcaj. Reconoceis las armas, se tratan de la espada Colmillo y del arco Silbido. Las mismas armas que enviasteis con el cadáver de (ahora lo sabéis) el Barón Derek Vanalund, de camino al Monasterio del Kai. Sin duda Lobo Gris se las ingenió para recuperarlas.
Os preguntais qué fue de los dos sacerdotes que llevaban el cadáver de vuelta al Monasterio. Quizás también fueron víctimas de toda esta locura, como tantos otros.

La noche queda en silencio, que de pronto es roto por el silbido del viento que sopla desde el Abismo Maldito. Quizás es vuestra imaginación, pero parece traer un grito inacabable.


Gracias por venir, Señores del Kai. Dice Lobo Gris.

A modo de respuesta, Dragón Carmesí dispara con Kamikaze.

El Maestro del Kai no se mueve, y la flecha, que llevaba una trayectoria que terminaba en su garganta, se desvía hacia arriba de manera incomprensible.
¡Debe estar usando su Poder Mental sobre la Materia para desviarla!

Lobo Gris asiente, satisfecho
. Bien hecho, Dragón. Roble Nudoso no educó a ningún tonto... pero debes aprender a domar tu temperamento.

¿Cómo te atreves a darnos lecciones? Le grita Gavilán. Tú, que deshonras la capa que llevas puesta. ¿Dónde está la hija del Rey?

El Maestro del Kai os observa cuidadosamente.
Para mí no sois más que los niños que jugaban de pequeños en el Monasterio ante la Torre del Sol. No estáis aquí para exigir nada. Si os he convocado es para que transmitais mi mensaje a todo Sommerlund. En concreto al Rey, a la Orden del Kai y a la Hermandad de la Estrella de Cristal.

¿Qué mensaje? Dice Cuervo con rabia apenas contenida.

Unios a mí o pereced.

Silencio. De pronto Dragón rompe a reir. ¡Estás loco, viejo!

Quizás. Replica Lobo Gris con amargura. Pero escuchad esto. Me dispongo a comenzar una cruzada. Hoy. Ahora. Una cruzada contra los Señores de la Oscuridad de Helgedad. Pronto, entraré en las Tierras Oscuras y arrasaré sus ciudades. No me detendré hasta que todos ellos hayan sido destruidos.

Gavilán mueve la cabeza. Definitivamente, te has vuelto loco.

¿Tú crees, chico? Responde el Maestro. La decisión es sencilla. O los ejércitos de Sommerlund junto a los Señores del Kai y los Magos de Torán se unen a mi en mi guerra contra los Señores Oscuros y Lord Zagarna, o los arraso antes de la invasión.
En concreto, me interesa que Sommerlund negocie con Durenor la devolución de la Espada del Sol, la Sommerswerd. Me resultará de gran utilidad.
Y si se niegan, también invadiré Durenor si es preciso.

La enormidad de las locuras que dice vuestro antiguo Maestro os deja sin habla.
Finalmente, Cuervo acierta a preguntar
. ¿Por qué haces todo esto?

De pronto, Lobo Gris parece muy viejo y cansado.
Era la única manera... no me quedaba otra opción...
Son ellos o nosotros, ¿entendéis? Si no acabamos con la amenaza de los Señores de la Oscuridad, ellos acabarán venciendo...

¿Y todo esto era necesario? Continúa Cuervo. El desgarro de un pais como el nuestro... tantas mentiras y tantas muertes... incluida la de nuestro hermano Gato Alado...
Porque lo mataste tú ¿no es cierto?

La mirada de Lobo Gris se hace sombría. Mis manos están manchadas de sangre inocente, incluso de la de mis hermanos del Kai. Gato me descubrió cuando me movía por el palacio. Tuve que matarlo.
El viejo maestro suspira. Por alcanzar mi meta lo he sacrificado todo, pero es un sacrificio que yo he decidido hacer, y del que no me arrepiento. He llegado demasiado lejos como para dar marcha atrás...

Te mataré. Murmura Dragón entre dientes. Vas a pagar lo que has hecho.

Entreganos a la princesa Diana. Interviene Gavilán. Aun estás a tiempo de rectificar tus errores.

Lobo Gris frunce el ceño. Todavía no habeis entendido que no teneis posibilidad ¿verdad? Pero... ¡Qué sabreis vosotros! ¡No sabeis nada de mí!

Algo sí sabemos... Alexander. Murmura Cuervo.

Una emoción olvidada pasa por un fugaz momento por el rostro del viejo maestro.
Nadie... me llamaba así... desde hace mucho tiempo. Su mirada se hace turbia. Incluso Dayia me llamaba Lobo Gris...

Pero un instante después os vuelve a mirar con ojos brillantes.
Muy bien, Señores del Kai. Quizás os hayáis ganado el derecho de oir mi historia. De saber quién es Lobo Gris...
DRÁGALIN

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Horario: Noche
Lugar: Ciudad en ruinas de Maaken


Nunca supe nada sobre mi pasado, tan sólo mi nombre, e incluso eso desapareció cuando ingresé en el Monasterio del Kai y los maestros me dieron el nombre de Lobo Gris al ser iniciado como monje.

Estudié y entrené durante años, como hicísteis vosotros, pero pronto se vio que destacaba entre los demás, consiguiendo el título de Señor con tan sólo catorce años. Pero en mi interior siempre supe que no pertenecía allí, por lo que desde joven me embarqué en multitud de viajes por todo Magnamund, volviendo al Monasterio tan sólo para completar mi entrenamiento en la sabiduría del Magnakai.

Pasé a formar parte del consejo de la Orden, e incluso algunos veían en mí el próximo Gran Maestre, pero pronto descubrí que eso no podía ser, que mis ideas chocaban frontalmente con las del resto del consejo.

Para mí, la pasividad tanto de la Orden como del rey de Sommerlund eran un lento camino hacia la catástrofe. En lugar de tener una política más militarista, de atacar a sus enemigos, tomaban una postura defensiva, guardando sus fronteras, esperando siempre el próximo ataque de los Señores de la Oscuridad. Lo que deberían hacer es dedicarse a penetrar en el interior de las Tierras Oscuras para ir recuperando terreno a los Señores de la Oscuridad, en lugar de dejarles tiempo para preparar su siguiente invasión. Para ello debía haber un cambio en la política del país, algo que el rey nunca realizaría.
Tarde o temprano, los Señores de Helgedad aprenderían de sus errores y llegaría el día en que tendrían éxito, aniquilando Sommerlund.

Lamentablemente, el Gran Maestre y el resto del consejo no entendieron mi postura, por lo que, cansado de insistir, deje mi puesto en el consejo y busqué un lugar lejos del Monasterio donde instalarme. Sin duda fue el destino lo que me llevó a Ruanon entonces...

Entraría a formar parte de los consejeros del Barón, pero lo que nunca esperé fue reconocer el rostro del Barón como el mío propio ¡eramos físicamente idénticos! Por suerte, debido a mi aspecto salvaje, nadie más advirtió la semejanza entre nosotros. Totalmente confundido, decidí hablar con la hermana mayor del Barón, la Suma sacerdotisa de Ishir, ya que su voto de silencio ante las confesiones haría que nadie pudiera descubrir el hecho. La historia que me contó Dayia confirmó mis sospechas... el Barón era mi hermano gemelo. Mi madre había estado a punto de morir durante el embarazo, y cuando yo y mi hermano nacimos, en agradecimiento a Kai, fui entregado a la Orden.

Al descubrir mis orígenes, me se sentí por fin en paz. Los siguientes años fueron los más felices de mi vida. Visitaba a menudo a mi hermana mayor, y comencé a entrenar a mis sobrinos en las disciplinas y habilidades de los Kai. Al sentirlos cerca, me sentía más dichoso que nunca en toda mi vida, como si hubiese recuperado a mi familia perdida.
Además de esto, me dediqué a mi afición preferida, la arqueología. Construí un refugio en las ruinas de Maaken, junto al Abismo Maldito, allí, durante años, me dediqué a explorar e investigar. Quería descubrir cuánto había de verdad y de leyenda en las historias sobre el Lord Oscuro Vashna y el Rey Ulnar, y la batalla decisiva que tuvo lugar allí, hacía tantos siglos.

Por fin había encontrado mi lugar en el mundo... o eso pensé. Sólo había algo que me perturbaba, y era mi temor de que el camino que tanto los reyes de Sommerlund como la Orden del Kai llevasen a la larga al pais hacia el desastre.
¿Debía involucrarme para hacer algo o permanecer con mi recién descubierta familia?
Al final, decidí pedir ayuda al mismísimo Kai.

Tras un mes de ayuno prolongado, meditación y comunión con la naturaleza, recé al dios Kai para que me diera una respuesta. Esta llegó en forma de visión.

En mi visión vi el futuro, lo que nos aguardaba. Vi Sommerlund invadida por los ejércitos oscuros y el Monasterio del Kai reducido a escombros por los Señores de la Oscuridad, y a toda la orden aniquilada.

¿Era este nuestro futuro? ¿No había esperanza?

Fue entonces cuando lo ví. De entre las ruinas humeantes del Monasterio salió un lobo solitario, lo único que quedaba de la Orden del Kai.

Desperté del sueño con una ferrea convicción. El mensaje estaba claro. Yo era ese lobo que salía de entre las ruinas. Yo era el único que podía evitar ese funesto futuro...

De manera que me puse a ello...

Sabía que lo que iba a emprender me condenaria para siempre, que traicionaría a la Orden que me lo dio todo y a mi pais, pero era necesario.
Lo que primero iba a necesitar era fuerza. Debía ser capaz de obligar tanto al Rey como a la Orden del Kai y a la Hermandad de Magos de Torán a plegarse a mis deseos. Debía conseguir la unión de todas esas fuerzas para atacar a los mismos Señores de la Oscuridad en su territorio. Las tornas debían cambiarse, y serían las fuerzas de la Oscuridad las que se tuvieran que defender y proteger de Sommerlund.

Es por esto que comencé a fraguar la conspiración de Ruanon para tener una base de poder aquí. En la Baronía de Ruanon siempre ha habido un fuerte movimiento nacionalista y yo me aproveché de ello. Utilice la ambición del Maestro Dragair, el unico que sabia que yo estaba tras la conspiración. El resto, que el mago de Torán implicase a los otros conspiradores y se formaran los cimientos de lo que habéis destruido esta noche, fue relativamente fácil.

Pero mi interés en la conspiración de Ruanon desapareció hace muchos años, el día que hice el descubrimiento que cambiaría mis planes.
Lo que encontré aquí, en las ruinas de Maaken, lo cambió todo...
DRÁGALIN

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Lugar: Ciudad en ruinas de Maaken


Lobo Gris sonríe de una manera que no os gusta nada.

¿Qué descubriste? Pregunta Gavilan con cautela.

El Maestro empieza a entonar un poema:

Cuando la luna brille sobre el templo,
un sacrificio pondrá fin al sueño
de las legiones de un señor ya olvidado.
Cuando sobre el altar muera una rubia doncella
de estirpe real,
los muertos del precipicio de Maaken despertarán
para reclamar la recompensa que tanto han esperado.


En tiempos pasados, en la Edad de la Luna Negra, tuvo lugar aquí la mayor de todas las Batallas. El abismo insondable de Maaken se tragó al poderoso lord oscuro Vashna y a sus ejercitos.
Pues bien, el ritual que descubri permitirá volver al mundo a ese poderoso ejército... bajo mi mando.
Un ejército que no puede morir por el simple hecho de no estar vivo. Un ejército imparable e imbatible con el que podré vencer a los Señores de la Oscuridad para siempre...

Entonces... Interviene Dragón. Todo lo del secuestro del Rey y la Conspiración de Ruanon...

Efectivamente. Concluye Lobo Gris. Todo tenía como único objetivo atraer hasta Ruanon a la hija del Rey: Diana, una rubia doncella de estirpe real.

Definitivamente te has vuelto loco. Dice Cuervo. Has preparado todo un meticuloso plan durante años para sacrificar en un oscuro ritual a la princesa Diana, porque piensas que con ello pondrás bajo tu mando un ejército de muertos vivientes con los que conseguir tu sueño de derrotar a los Señores Oscuros...
Todo esto no es más que la obra de un demente. Esto se acaba aquí y ahora. Dios... ¿de veras has planeado todo esto? ¿Cuándo se supone que tendrá lugar esa oscura fantasía? ¿Cuándo lo harás?

¿Lo haré? Dice Lobo Gris con semblante serio. Señores del Kai... no soy ningún villano de opereta. ¿De verás creeis que os habría explicado mi golpe maestro si tuvierais la más remota posibilidad de impedir su ejecución?

He realizado el sacrificio hace una hora.

En ese momento un frío antinatural llena la noche. Las sombras alrededor de la plaza toman forma, la forma de una inmensa multitud de guerreros que murieron hace mucho tiempo os rodea. El cielo se llena de miles de alas negras y frías como la muerte.

Las legiones de Vashna han regresado.
DRÁGALIN

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FINAL DE LA SEGUNDA PARTE
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