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«Bravo, viajero. ¡Nadie tan valiente como tú había atravesado hasta ahora las puertas de Alamüt!, exclama Ab-dul Al-Azhred.
Tu búsqueda me parece justa. Y voy a ayudarte en la medida de lo posible. Pero debes comprender que Hasan Sabbah es mi señor y mi amigo, y que no voy a molestarle. Pero, como en tu persona se unen la honradez y la pureza de corazón, creo que haré bien depositando mi confianza en ti
Abdul Ál-Azhred hace un gesto mágico en tu frente. Te sientes repentinamente repleto de vigor, como si todos los sufrimientos del viaje acabaran de borrarse. Recuperas el total de puntos de Fuerza y de puntos de Vida que tenías al comenzar la aventura.
«Voy a revelarte otra cosa. Mi amigo Hasan Sabbah se ha refugiado en la torre central de la Fortaleza, perfectamente protegido, ya que no existe acceso posible a la torre... aparentemente, al menos. Para llegar hasta el Viejo de la Montaña tendrás que enfrentarte con su más temible guardián: la estatua viviente de Thalos, de más de diez metros de altura, que se encuentra en la sala de oraciones de la Fortaleza. Dudo que, a pesar de tu fuerza y tu destreza, logres vencer a tan implacable criatura.» Tu mirada se oscurece: ¿significa eso que vas a fracasar en tu misión? Pero el árabe sigue hablando.
«Tranquilízate. También la estatua tiene sus puntos débiles. Tres piezas de una armadura mágica se hallan dispersas por la Fortaleza: una coraza, un casco y unas manoplas. Están forjadas en un metal encantado y todas tienen la virtud de aumentar tanto la Fuerza como la Vida de quien las lleva. Cuando un guerrero viste las tres piezas resulta casi invencible. Si las encuentras, tendrás grandes posibilidades de vencer a Thalos.» Cansado por su largo discurso, Abdul Al-Azhred se reclina en su sillón, tras la mesa, ante el enorme libro sagrado de brillo purpúreo en el que estaba escribiendo. Le das calurosamente las gracias por su valiosa yuda y le aseguras que nunca habías encontrado un sabio como él. Pero antes de dejarle entregado a sus estudios le confiesas que su libro te fascina. Te mira profundamente. Le preguntarás:
¿Qué clase de libro es? Vete al 601.
¿Que si te deja examinar el libro sagrado? Vete al 521.
¿Si el libro contiene informaciones que pudieran serte de utilidad? Vete al 194.
Comentario:
Antes has dicho que no piensas leer los escritos y bien hecho, hay cosas que los meros mortales no deben conocer. Pero antes eres tan curioso que te has puesto a fisgonear en el cofre, por ello, por si suena la flauta (de Azatoth, ¡jeje!

) estoy seguro de vas a preguntar a ver si hay algún hechizo que te sea de utilidad, ¿cómo eran las palabras?
Klaatu, barada, nictu....
Tranquilo, no te preocupes, cualquiera de las dos opciones es buena. Lo que no debes hacer es leer el
Necronomicon, porque enloqueces y se acaba la aventura. Una de las muertes más originales del libro, que tiene muchos finales macabros.
194 Abdul Al-Azhred entorna los ojos.
«Sí, amigo mío, contiene eso y mucho más! ¡Es el Necronomicon, el libro más peligroso del mundo! ¡Mejor será que nunca lo mires! Pero antes de que nuestros caminos se separen déjame decirte algo: si te enfrentas con Thalos más te valdrá ir provisto de una llave de jade... ¡Ya sabrás para qué cuando el momento llegue! ¡Adiós,viajero, y que Alá guíe tus pasos!» Dejas al mago dándole de nuevo las gracias. Vete al 140.
140 Sales de la biblioteca de Abdul Al-Azhred por una pequeña puerta secreta. Bajas una escalera y enseguida llegas a la planta baja de la Fortaleza. Cierras tras de ti el pasadizo secreto y examinas lo que te rodea.
Frente a ti, blancas columnas de mármol se levantan hacia el cielo. Tras ellas, un amplio jardín extiende su verdor hasta el pie de la torre central, refugio de Hasan Sabbah. No parece posible el acceso a la torre por este lado.
Al Este, pasadas las columnas, un pasillo dobla hacia la izquierda, en dirección Norte. Ambos pasillos flanquearán, probablemente, las paredes de la torre central.
¿Entrarás en el jardín (vete al 113), tomarás el pasillo Este (vete al 189) o seguirás por el pasillo Oeste (vete al 123)?