La sangre de los zombis

Si te atreves a ponerte en la piel de un Señor del Kai, si te crees capaz de desafiar a los Señores de la Oscuridad, o si deseas simplemete pasar un buen rato, entra y asume el riesgo... pero quedas advertido...
Heinrich
Novicio
Mensajes: 63
Registrado: 16-Oct-2015, 21:11

Re: La sangre de los zombis

Mensaje por Heinrich »

No avisar a Ania consigue más sadismo, digo realismo, pero, ¿hasta dónde está dispuesto a llegar nuestro máster :smt017 ?
El Analandés
Gran Maestro Mayor del Kai
Mensajes: 1682
Registrado: 20-Ene-2009, 22:11
Ubicación: Madrid
Contactar:

Re: La sangre de los zombis

Mensaje por El Analandés »

-¡Espera! ¡No dispares! — grita Dürr.

Bien. Haces una pausa para efecto. Sueltas a Ania, la chica llora, de rodillas en el suelo.

- Interesante. Parece que te importa algo... — encañonando a Ania haces un gesto con la pistola señalando la silla y le dices — Siéntate .

- "Eres como ellos..." — solloza.

- ¡Siéntate y calla! — ladras. Sumisa, la chica obedece y se sienta con las manos en el regazo y la vista baja.

- Hablemos — le dices a Dürr.

- Suéltala y no te mataré. — contesta.

-Eres un mentiroso. Déjame ir y no la mataré — Ania se estremece, y levanta sus ojos llenos de angustia. Rehúyes la mirada.

No te creo. Estás faroleando — dice Dürr, aunque no suena muy convencido.

Replicas con agresividad. -Escucha, Dürr, he escapado de tu cárcel, he matado a docenas de infectados y luego los he rematado rajándoles el cuello. También maté a Boris, porque estaba herido y ya no me era útil — Ania jadea de asombro y se tapa la boca con la mano — ¡y eso que me salvó la vida! Quiero salir de aquí y no me importa a quién tenga que matar para hacerlo. ¿Lo entiendes?

Silencio. Dürr habla otra vez en un tono demasiado calmado para ser natural:

— No lo creo. No la matarás.

El tipo es duro, pero ya te esperabas esa respuesta. Ríes entre dientes.

- Por supuesto que no — en el rostro de Ania se pinta una expresión de alivio, que se borra de golpe cuando prosigues — no tiene sentido matar al rehén.. a menos que tenga que hacerlo. Y no necesito matarla para arruinarla para ti. Puedo machacarle la cara y romperle los dientes, o cortarle una oreja... — Ania grita de espanto y se pone en pie. La encañonas y gritas - ¡Siéntate, perra! — Ania vacila, petrificada de miedo, antes de dejarse caer en la silla. Se cubre la cara con las manos y rompe a llorar otra vez.

Dürr pierde la compostura y exclama - ¡Si le haces daño te mataré!

Impasible contestas: - Me matarás de todos modos, y ahora sabes que voy en serio, así que hablemos como caballeros civilizados.

- Habla, te escucho. - sisea.
El Analandés
Gran Maestro Mayor del Kai
Mensajes: 1682
Registrado: 20-Ene-2009, 22:11
Ubicación: Madrid
Contactar:

Re: La sangre de los zombis

Mensaje por El Analandés »

- Bueno. Mira, sólo quiero salir de aquí. No puedo ir a la policía porque soy un asesino como tú. No hay forma de que pueda explicar por qué maté a tantos. Pero sí puedo enviar a los polis tu ordenador y fotos de lo que has hecho aquí. No podrás esconderte.
Si me dejas ir, te daré a la chica, de una pieza. — Ania jadea sobresaltada — ¿Trato?

- ¿Cómo sé que cumplirás tu parte del trato? — pregunta Dürr suspicaz. Al menos ahora está dispuesto a negociar, piensas aliviado.

- Ella no me interesa. La dejaré atada en la cripta de la iglesia donde me secuestraron tus hombres. Allí podrás recogerla.

- ¿Y mi ordenador?

- Me lo quedaré como seguro. Sé que sabes dónde vivo. Por cierto, quiero que me devuelvas el pasaporte, también. Si mandas pistoleros a matarme, debes saber que el ordenador con las pruebas irá a la policía.

-De acuerdo. Sal con la chica, no dispararemos.

- Ni hablar de ello. Disparas bien y sé que puedes meterme una bala en la cabeza con tu rifle de caza, incluso si uso a Ania de escudo. — Ania vuelve a mirarte aterrada.— Tengo otra idea.

- ¿Quién coño eres? — te interrumpe Dürr irritado y sorprendido — ¿Un friki que ha visto demasiadas películas de guerra?

No puedes evitar echarte a reír ante la ironía de la situación. Sin ser consciente de ello, Dürr usa una frase parecida a la de Gruber, el terrorista alemán interpretado por Alan Rickman en "La jungla de cristal" cuando dialogaba con McClane. La realidad imita a la ficción. Tomas aire y replicas:

- Y tú eres un jodido friki obsesionado con los zombis, Heinrich — ahora es el turno de Dürr de soltar una risita desagradable.

- Sólo soy un turista, y un aficionado a los juegos como tú. — contestas en tono distendido — Bonita colección que tienes. Yo también jugué "El hechicero de la montaña de fuego"
Última edición por El Analandés el 14-Sep-2016, 18:39, editado 1 vez en total.
El Analandés
Gran Maestro Mayor del Kai
Mensajes: 1682
Registrado: 20-Ene-2009, 22:11
Ubicación: Madrid
Contactar:

Re: La sangre de los zombis

Mensaje por El Analandés »

- Eso fue hace mucho. Pasatiempos para críos.

-Sí, ahora tus pasatiempos adultos son la caza mayor, recreación histórica medieval, disparar con metralleta, crear una plaga de zombis... y atar y azotar jovencitas. Eres un bruto, Heinrich, ¿por qué tuviste que matar al pobre leopardo? — dices burlón.

Dürr ríe divertido. Es una risa desagradable. Le cortas.

- Hablemos de negocios. Dile a tus hombres que no se muevan. Puedo verlos ¿te acuerdas del telescopio que tenías en el pasillo? Os estoy vigilando. Si uno de ellos desaparece por más de dos minutos, asumiré que en vez de haber ido a mear estáis intentando colaros hasta mi posición, y entonces...¡bang! ¡adiós a la chica! — Ania gimotea. - Lo mismo haré si empezáis a disparar. También pude verte a ti, Dürr, bebiendo una copa de vino. Un segundo más y te habría matado — Dürr no replica, pero oyes un ruido de pasos y arrastrar de algo que parece una silla o una mesa. Sonríes al imaginar que se ha sobresaltado al darse cuenta de lo expuesto que está y se ha retirado un poco más al interior.

- De acuerdo, ¿y entonces qué? — contesta .

- Entonces tú y tus hombres os marcháis del castillo y me dejais irme. Sé que necesitas tiempo para pensar sobre esto, y sé que necesitas tiempo para recoger tus cosas, pero en tu lugar yo me daría prisa. Sé que tienes que coger un vuelo para Brasil pasado mañana desde Croacia y son muchos kilómetros. Tendrás unas horas de ventaja hasta que yo pueda avisar a la policía, y lo haré si me traicionas. Si te marchas, dejaré a la chica en el pueblo y uno de los tus hombres puede recogerla.
No tengo reloj —mientes — así que tienes hasta la puesta del sol. Adiós, Dürr.

Cuelgas.
El Analandés
Gran Maestro Mayor del Kai
Mensajes: 1682
Registrado: 20-Ene-2009, 22:11
Ubicación: Madrid
Contactar:

Re: La sangre de los zombis

Mensaje por El Analandés »

Resoplas y miras a Ania, que sigue paralizada de miedo en la silla.

Te he asustado, ¿eh? — sonríes — Anímate, todo era mentira, no voy a hacerte daño. Sólo trato de salvarte la vida.

Ania se queda boquiabierta mirándote con incredulidad y temor.

Te levantas y te acercas hasta ella, hablándole con dulzura: -No tengas miedo cariño. Estaba fingiendo. Tenía que convencer a Dürr de que podía hacerte daño. — te arrodillas frente a ella y le coges las manos. — Por favor, perdóname. Siento muchísimo tener que asustarte y hacerte un poco de daño, pero era necesario. No llores. Yo no soy como ellos, soy bueno. Recuerda, te he salvado la vida, y tengo un plan para sacarte de aquí. No te avisé porque tus reacciones tenían que convencer a Dürr. Me siento muy mal por hacerte esto, pero no tenía elección. — te pones en pie, y le acaricias el pelo. Ella, todavía conmocionada, rehúye el contacto y se estremece, piensas que va a llorar otra vez pero contiene las lágrimas y pregunta con voz temblorosa:
-¿De-de verdad? ¿No vamos a morir? — te mira esperanzada.
- No prometo nada, pero creo que tú al menos podrás escapar, aunque me maten — la miras a los ojos con un nudo en la garganta — Perdóname, por favor.
Ella se te queda mirando emocionada y apenas musita: "Gracias. Te perdono" - y entonces recuerda algo y pregunta - ¿Qué le pasó a Boris?...
- No lo maté. Tuvo mala suerte, tiró una granada y...— te corriges porque a lo mejor la chica no conoce la palabra — una bomba de mano, y los infectados la tiraron de vuelta. Le estalló cerca a Boris y quedó mortalmente herido. Tuvo tiempo de salvarme la vida — concluyes, sin entrar en detalles.
-¿Y qué vamos a hacer ahora? ¿Cómo vamos a salir?
-Estaba hablando para ganar tiempo. Espero que Dürr crea que voy a intentar escapar cuando oscurezca. Eso nos da varias horas. Tengo un plan pero necesitaré tu ayuda. Pero lo primero es que vayas al baño a lavarte la cara, estás hecha un desastre.
- Sí, gracias — Ania se levanta y va a la puerta. Tú le cortas el paso - Ania, cariño, espera. Ten cuidado. Dürr y sus guardias no pueden vernos cuando salgas al pasillo, pero no te acerques mucho a las ventanas y no hagas ruido.
- De acuerdo — Ania no te presta mucha atención, porque tiene ganas de ir al baño, así que la tienes que coger del brazo. - ¡Espera! Hay algo importante que tengo que decirte. Escucha.
Algo en tu tono de voz le hace a Ania prestarte atención.
- No mentí cuando dije que he matado a docenas de personas. Es verdad. — Ania se suelta y da un paso atrás, sobrecogida. Te sientes incómodo bajo la intensa mirada de sus ojos azul pálido. ¿Cómo le explicas lo que has hecho? Sientes la imperiosa necesidad de justificarte.
- Dürr iba a matarme, como a todos los demás. Escapé de la celda justo a tiempo. Los guardias soltaron a los infectados con armas, para matarme. Oíste los disparos, ¿verdad?
Ella asiente, pero está claro que una cosa es oír tiros, y otra darse cuenta de que esos disparos significan la muerte de gente.
-Siento muchísimo el tener que matar a esa pobre gente — mientes , cuando en realidad les disparaste sin pensar, y lo que verdaderamente te preocupa no son las implicaciones morales, si no las legales. — pero no tenía elección. O me mataban ellos, o yo a ellos — remachas.
Ania no dice nada. Te sigue mirando fijamente con expresión inescrutable. ¡Maldita sea! ¿Por qué tienes que justificarte y dar explicaciones? Hiciste lo que tenías que hacer para sobrevivir. ¿Por qué no lo comprende? Esa gente es como si ya estuviera muerta. Tratas de explicárselo.

- Ania. Sé que matar está mal. Lo siento por ellos. Pero no hay esperanza para los leprosos — empleas la palabra que dice ella. — Los infectados... ya no son gente, un infectado ya no es persona. Dürr les ha infectado una enfermedad que les destroza el cerebro, su inteligencia, su memoria.. son como zombis. Están vivos pero ya no piensan, sólo piensan en matar — dices, exagerando un poco. — Son como perros rabiosos. Es algo peor que la muerte. No hay cura, ni esperanza para ellos. Lo único que podemos hacer es poner fin a sus sufrimientos. No hay otra opción. — Ania sigue impasible, mirándote con sus acusadores ojos azules ¿Por qué te sientes tan culpable? Sabes que tienes razón, que has hecho lo correcto.
— Me gustaría que hubiera otra forma, pero no hay elección. Tenemos que matarlos a todos. ¿Comprendes? Si no lo hacemos, se extenderá la epidemia. Morirá mucha gente. Cientos. Miles. Mujeres y niños, ¿no lo entiendes? — acabas implorando. Durante todas las horas anteriores no has sentido apenas remordimientos, apenas te quedabas un poco impresionado y asqueado al ver tanto muerto y tanta sangre. ¿Por qué tienes que darle explicaciones de nada a esta chica? piensas con ira. ¡Ella no estaba allí! En tu lugar cualquier otro habría hecho lo mismo.

- Ania baja la vista. Reprime las lágrimas, como debatiéndose en un conflicto interior. Y de repente te sorprende al santiguarse y juntar las manos, musita una oración.

- Lo comprendo. Dices la verdad. Gregor y Boris me dijeron lo mismo, que era incurable, que estaban perdidos y no se podía hacer nada, y que la enfermedad es muy contagiosa... — le interrumpes y la tranquilizas diciendo que no tanto, que sólo se transmite por la sangre y te puedes proteger si tienes cuidado — .. y entiendo que hay que hacer algo para detener a Heinrich Dürr. — hasta el nombre suena siniestro cuando lo pronuncia ella.

Te mira fijamente con esa mirada que te traspasa el alma y habla con voz dulce:

- Creo que no eres malo. Haces cosas malas, pero pienso que Dios te perdonará. No puedo juzgarte, y te agradezco que me hayas salvado la vida.

Te sientes aliviado, pero te preguntas de dónde te ha salido ese maldito sentimiento de culpa católico y esa necesidad de confesión. Tampoco es que necesites el perdón de esta chica, pero te sientes mucho mejor al ver que te comprende y no piensa que eres un asesino.

- Pero.. ¿hay algo más que me quieres decir?

Ah, sí. Se te había olvidado.

-Ania, cariño. No mentía cuando he dicho que he matado a muchos. Quizá unos cien. Hay más de una docena de muertos ahí fuera en el pasillo y no es un espectáculo agradable. Desearía que no tuvieras que verlo, por eso te aviso. No grites, no mires, no prestes atención, es horrible. Tú sólo ve al baño a limpiarte y procura no tropezar con ellos ni pisar los charcos de sangre. ¿De acuerdo? Te ayudaré

Ella traga saliva y se limita a asentir. La coges de la mano y sales del despacho. En la sala de reuniones hay algunos agujeros de bala en la puerta y en la pared, causados por la trayectoria oblicua de las balas de la ametralladora de Dürr. Le dices a Ania que espere dentro mientras despejas el camino. La sangre ya se ha coagulado y algunas moscas que han entrado por las ventanas acribilladas revolotean sobre los cadáveres, pero al menos no ha pasado tanto tiempo como para que empiece el rigor mortis. La mayoría de los cuerpos tienen la tez oscura de los gitanos o están bronceados pero se nota la palidez de la muerte y las manchas lívidas donde la sangre se ha acumulado. No hace demasiado calor, y los cuerpos aún están tibios. Como cadáveres están bastante presentables, pero el horror que te inspira la enfermedad hace que te de asco el tener que tocar a los cadáveres y en la medida de lo posible te limitas a apartarlos empujándolos con los pies y haciéndolos rodar. Al menos la sangre ha empapado la alfombra o se ha secado.

Una vez despejado un poco el pasillo, coges el telescopio de trípode para echar otro vistazo, como si de unos anteojos de trinchera se tratara. Los guardias de Dürr siguen en sus posiciones. Parece que se han acomodado para una larga espera y el solitario centinela no parece muy atento. A Dürr no se le ve, pero ves el cañón de la ametralladora asomar entre las cortinas de las ventanas del balcón. No te cabe duda que está ahí al acecho.

Te inquietaba el que Dürr te hiciera caso y se largara en alguno de los vehículos del garaje, destrozando el resto para que tuvieras que ir a pie hasta el pueblo más cercano. Por suerte, o por desgracia, no lo han hecho. En su lugar yo tampoco me fiaría, pensaría que es una trampa para hacerles salir al patio y cazarlos cuando salieran del garaje. Eso es bueno para ti. Significa que no tienen ningún incentivo para ir hasta el garaje, aunque sea por el interior de la oficina y podrás ir hasta allá a ver si encuentras gasolina y herramientas.

Ahora te arrepientes un poco lo de mencionar que podías avisar a la policía. Eso le ha debido dar que pensar a Dürr que no puede largarse ya que conoces su identidad falsa y la policía le podrá seguir el rastro. Pero te dices a ti mismo que de todas formas no se iba a marchar. Sólo tiene que ir a lo seguro. Quedarse donde está y esperar a que salgas. Como esperas, debe estar convencido de que tratarás de escabullirte cuando se haga de noche. Sabe que es un suicidio salir a plena luz, por lo que es la única opción razonable.

Un susurro de Ania interrumpe tus cavilaciones. La pobre debe estar desesperada por ir al baño y te pregunta si puede salir. Le dices que sí y la coges del brazo, al pasar por la puerta.

Aunque ya la habías avisado de lo que le esperaba, y seguro que ha visto algún muerto por la puerta entreabierta, para ella es una conmoción el macabro espectáculo. Sofoca un grito llevándose la mano a la boca y se pone pálida, pero parece haber agotado su cuota de crisis de histeria y llanto, porque la acompañas rápidamente hasta el baño. Aguardas fuera durante un buen rato mientras va al retrete y luego se limpia la cara de los restos del maquillaje. La acompañas de vuelta a la sala de reuniones y tomáis asiento mientras revisas el plano que has trazado, quieres hacerle algunas preguntas más a Ania antes de llevar a cabo cualquier incursión. Al verla con la cara lavada de mugre y restos de maquillaje, te das cuenta de dos cosas, de lo guapa que es, más todavía, y de lo joven que parece...


CONTINUARÁ
Heinrich
Novicio
Mensajes: 63
Registrado: 16-Oct-2015, 21:11

Re: La sangre de los zombis

Mensaje por Heinrich »

¡Se sobresalta al ver un par de cadáveres, la chica! Pues aún no ha visto nada. Salga como salga el plan de Z., apuesto a que el total de muertos no baja de las dos cifras.
El Analandés
Gran Maestro Mayor del Kai
Mensajes: 1682
Registrado: 20-Ene-2009, 22:11
Ubicación: Madrid
Contactar:

Re: La sangre de los zombis

Mensaje por El Analandés »

NARRACIÓN

- ¿Qué vamos a hacer? — repite Ania.
- Espera un poco. Estoy pensando — dices, necesitas tiempo para tomar una decisión.

Ania asiente y juguetea con el relicario de oro. Quizá no sea la mujer más bella del mundo, de hecho, has visto a rumanas y eslavas todavía más guapas, pero ahora mismo te parece tan bonita que no le puedes quitar los ojos de encima. Pero la fatiga y la angustia por el peligro te impiden sentir deseo, sólo lástima por una chica tan joven y te sientes culpable por haberla tratado con tanta brutalidad.

Mientras ideabas un plan y la táctica a seguir, era todo un ejercicio abstracto. Hablar con tu enemigo te ha hecho ser consciente de que esto no es un juego de guerra, en el que si un ataque sale mal, sólo tienes que retirar las fichas de cartón del tablero. Ahora tendrás que volver a exponerte, al atacar a un enemigo que te supera en número y potencia de fuego. Esto no es como matar infectados. La verdad es que tienes muy pocas posibilidades. Lo máximo que puedes hacer es distraerlos y ganar tiempo para que Ania escape. Sientes tentaciones de tratar de escapar por la ventana, escalar el foso, y huir con Ania... si encuentras una cuerda, claro. Pero después de darle vueltas a las cosas tampoco crees que tengas posibilidades de escapar con vida. Estás demasiado cansado para huir y la herida en la pierna te molesta al caminar. Si no os cazan en el bosque, lo harán al llegar al pueblo. No puedes ir a la policía, y Dürr sabe tu identidad y dónde vives, y seguramente envíe a un asesino para que te mate.

Por otro lado, después de ponerle cara y voz a tu secuestrador, sientes odio y ansias de venganza contra ese hijo de puta, por lo que te ha hecho y te ha obligado a hacer.

Y después de tantos combates y peligros te sientes capaz de poder enfrentarte a ellos. Tu enemigo no es ningún Napoleón y sus sicarios se muestran descuidados y confiados.

Siempre quisiste experimentar lo que era la guerra, sentirte un héroe, o al menos probar tu temple, demostrarte a ti mismo que eres un valiente. No esperabas que fuera así, sin gloria ni honor, sólo luchar desesperadamente para seguir vivo un minuto, una hora más, matar a otros desgraciados para no morir. Hasta ahora has tenido suerte, pero por muy astuto que sea el plan que hagas, al enemigo sólo le hace falta tener suerte una vez. Una sola bala basta para acabar contigo. Tienes que reconocer que se acabó, que has llegado muy lejos, y has hecho cosas que jamás hubieras creído que fueras capaz, pero ya es hora de morir. No te acuerdas dónde lo leíste, pero en la vida no eliges donde naces, pero sí puedes elegir cómo morir.

Después de todo, ¿por qué te aferras a tu miserable existencia sin sentido? Sin novia, sin amigos, sin oficio ni beneficio, saltando de un trabajo basura a otro, sin esperanzas de tener una casa propia o una familia. Cuando te salvaste de milagro de aquel accidente de coche en el que deberías haber muerto, pensabas que Dios te había salvado y que tenía algún propósito para ti. Después de esa experiencia, que te sentías orgulloso de haber experimentado sin sentir miedo.. bueno, no mucho, pensabas que era una señal del Cielo, que tu vida iba a mejorar. .. pero seguías atrapado en la misma rutina de siempre. Este viaje en solitario de mochilero por Europa del Este era la mayor aventura de tu vida.

Te sientes muy triste, justo cuando empezabas a encontrarle algún sentido a la vida después de haber paladeado las mieles de las chicas extranjeras, que podías encontrar una novia, o al menos un polvo, que eso ya te vale, con chicas guapas como Ania, vas y te ves envuelto en una aventura de verdad, cosas desagradables e incómodas que retrasan la hora de cenar, como decía Bilbo en "El Hobbit".

Resignado, piensas que los designios del Señor son inescrutables. Te salvó la vida en aquel accidente porque tu destino era otro. Te ha dado lo que siempre anhelaste leyendo tantos libros de guerras: la oportunidad de ser un valiente, de hacer algo heroico. No sólo puedes salvar la vida de esta chica, si no que puedes evitar una catástrofe devastadora si consigues alertar a las autoridades, para evitar que Dürr escape y venda su virus a algún país que lo emplee a gran escala.

Sientes vergüenza por tu debilidad y falta de constancia. Está muy claro lo que debes hacer, pero ya has pasado por esto antes. Tomas una resolución de luchar y luego flaqueas cuando las cosas se ponen mal, o cuando ves una posibilidad de seguir con vida cuando ya te dabas por muerto. O te falta constancia, o eres un poco maníaco depresivo, o son las subidas y bajones de adrenalina por el combate, pero es que te cuesta hacer lo que debes.

Es triste reconocerlo, pero no eres un héroe. Ni siquiera eres valiente. Quieres serlo, pero lo tuyo es simplemente miedo a la vergüenza y la deshonra, tienes miedo a morir pero más aún a ser un cobarde y al que dirán. Si no estuviera Ania, estarías tentado de largarte. Pero ella confía en ti, eres su única esperanza, y te daría vergüenza huir con ella.

Malditas mujeres. Siempre te complican la vida.
Heinrich
Novicio
Mensajes: 63
Registrado: 16-Oct-2015, 21:11

Re: La sangre de los zombis

Mensaje por Heinrich »

El Analandés escribió:Después de todo, ¿por qué te aferras a tu miserable existencia sin sentido? Sin novia, sin amigos, sin oficio ni beneficio, saltando de un trabajo basura a otro, sin esperanzas de tener una casa propia o una familia.
...Un hombre que era un cualquiera, y en su tierra no era nadie. Cansado de no hacer nada, de que nada le importase, que no le echaran de menos, si en la Legión se alistase. Quería sencillamente, hacer algo con su vida, ¡y el tío, que era un valiente, allí se fue pa Melilla-aaa!

Propongo que llames al castillo "blocao de Dar-Hamed".
El Analandés escribió:Sientes vergüenza por tu debilidad y falta de constancia. Está muy claro lo que debes hacer, pero ya has pasado por esto antes. Tomas una resolución de luchar y luego flaqueas cuando las cosas se ponen mal, o cuando ves una posibilidad de seguir con vida cuando ya te dabas por muerto. O te falta constancia, o eres un poco maníaco depresivo, o son las subidas y bajones de adrenalina por el combate, pero es que te cuesta hacer lo que debes.

Es triste reconocerlo, pero no eres un héroe. Ni siquiera eres valiente. Quieres serlo, pero lo tuyo es simplemente miedo a la vergüenza y la deshonra, tienes miedo a morir pero más aún a ser un cobarde y al que dirán. Si no estuviera Ania, estarías tentado de largarte. Pero ella confía en ti, eres su única esperanza, y te daría vergüenza huir con ella.
Igual estás siendo demasiado duro contigo mismo, solo eres una persona normal en circunstancias... Pero vamos a preguntarle al comisario Yarrick.

Imagen

"On charges of cowardice, you are sentenced to death!"
El Analandés escribió:Malditas mujeres. Siempre te complican la vida.
Siempre puedes tomar ejemplo de aquella película china, The Warlords. Tres generales chinos aliados empiezan a disputar por una mujer de la que están enamorados dos de ellos. Cuando se van a batir en duelo por ella, el tercero va a su casa y le clava un puñal en el corazón. Luego va corriendo hacia el lugar donde se van a batir sus camaradas gritando "¡Hermanos mayores, hermanos mayores, no tenéis que pelear, ya la he matado yo!".

Qué gran película y qué ganas de volver a verla...
El Analandés
Gran Maestro Mayor del Kai
Mensajes: 1682
Registrado: 20-Ene-2009, 22:11
Ubicación: Madrid
Contactar:

Re: La sangre de los zombis

Mensaje por El Analandés »

Me gustaría ir a uno de estos eventos de rol en vivo con zombis. Había uno en Toledo este verano, y acabo de enterarme de este otro en la sierra de Madrid

http://zombie-genesis.es/juego-eventos-z/

Lo malo es que me he enterado tarde y que son 50 euros la entrada :smt022
Heinrich
Novicio
Mensajes: 63
Registrado: 16-Oct-2015, 21:11

Re: La sangre de los zombis

Mensaje por Heinrich »

Si vas de zombi es más barato.
El Analandés
Gran Maestro Mayor del Kai
Mensajes: 1682
Registrado: 20-Ene-2009, 22:11
Ubicación: Madrid
Contactar:

Re: La sangre de los zombis

Mensaje por El Analandés »

Disculpad que no haya continuado con la historia. He pillado un virus y estoy medio zombi. Tardaré un par de días en ponerme con esto de nuevo.
Heinrich
Novicio
Mensajes: 63
Registrado: 16-Oct-2015, 21:11

Re: La sangre de los zombis

Mensaje por Heinrich »

Mi sugerencia no era para tomarse literalmente. Mejórate y no muerdas a nadie.
El Analandés
Gran Maestro Mayor del Kai
Mensajes: 1682
Registrado: 20-Ene-2009, 22:11
Ubicación: Madrid
Contactar:

Re: La sangre de los zombis

Mensaje por El Analandés »

Hola de nuevo,
Entre los virus que he pillado yo y nuestra nena, tengo esto abandonado. Proseguiré con la historia. Espero que este fin de semana.
gonella
Postulante
Mensajes: 16
Registrado: 07-Oct-2016, 21:41

Re: La sangre de los zombis

Mensaje por gonella »

Hola a todos,

Me he unido a este foro hará unas semanas buscando librojuegos de lobo solitario y me he encontrado con este magnífico relato. Llevo una semana leyéndolo avídamente cuando puedo. He alucinado en como narras la historia, como te documentas, la tensión que creas... Para mi ha sido un gran descubrimiento. Pero cuando hoy por la mañana pensaba que iba a encontrar el final... AAAAAAGGGGHHHH!!!! Me he encontrado que desde el 21/09 no actualizabas!!!! Mi temor ha sido que lo hubieras tenido que abandonar por algún motivo, pero menos mal, esta tarde me he vuelto a conectar y que alegrón me he llevado!!!!
En fin, no quiero aburrir a nadie, solo darte las gracias y espero con ansia como sigue la historia. Cuenta con otro compañero de relatos para los siguientes que tengas a bien.

Un saludo,
Gonella.
gonella
Postulante
Mensajes: 16
Registrado: 07-Oct-2016, 21:41

Re: La sangre de los zombis

Mensaje por gonella »

Por cierto, espero que te hayas mejorado y tu niña también.

Martí.
El Analandés
Gran Maestro Mayor del Kai
Mensajes: 1682
Registrado: 20-Ene-2009, 22:11
Ubicación: Madrid
Contactar:

Re: La sangre de los zombis

Mensaje por El Analandés »

Muchas gracias por los elogios Gonella, me alegra mucho que este experimento creativo entretenga que no es poco.

No te preocupes que este relato está escrito y llegaremos hasta el ¿amargo? final. Lo tengo en mi cabeza y hay varias escenas ya previstas en función de las circunstancias y el azar.

La nena está mejor, pero voy a tener que quedarme con ella en casa hasta el jueves, por lo que me va a costar continuar.
gonella
Postulante
Mensajes: 16
Registrado: 07-Oct-2016, 21:41

Re: La sangre de los zombis

Mensaje por gonella »

Me alegra lo de tu hija y que la historia sus adelante. Espero la continuación.

Saludos.
El Analandés
Gran Maestro Mayor del Kai
Mensajes: 1682
Registrado: 20-Ene-2009, 22:11
Ubicación: Madrid
Contactar:

Re: La sangre de los zombis

Mensaje por El Analandés »

Una nota para que no penséis que os dejo colgados. La continuación va a ser bastante pausada, no habrá acción trepidante todavía si no conversaciones y preparativos antes de la batalla final.

Este fin de semana empiezo.
gonella
Postulante
Mensajes: 16
Registrado: 07-Oct-2016, 21:41

Re: La sangre de los zombis

Mensaje por gonella »

Que te reincorpores este fin de semana es una buena noticia :smt038 . Espero que sea este finde que viene.

Saludos,
Gonella.
El Analandés
Gran Maestro Mayor del Kai
Mensajes: 1682
Registrado: 20-Ene-2009, 22:11
Ubicación: Madrid
Contactar:

Re: La sangre de los zombis

Mensaje por El Analandés »

NARRACIÓN

Tras el penoso debate interior, te decides, resoplas y das una palmada sobre la mesa. Ania da un respingo y te mira esperanzada.

— ¿Sabes qué vamos a hacer?

- Sí. Escucha. He estado pensando. No te voy a mentir, estamos en una situación desesperada. No podemos huir porque no podemos escalar el foso... — te corriges al ver que no entiende la palabra — la zanja en torno el castillo. No tenemos una cuerda. Y aunque pudiéramos salir de aquí, nos perseguirían o nos matarían al llegar al pueblo. Incluso si escapamos y volvemos a casa, Durr sabe quiénes somos y dónde vivimos, enviará asesinos a matarnos. Sabemos demasiado para que nos deje vivir.

— Entonces...¿estamos perdidos? ¿Vamos a morir? — dice Ania consternada, su mano se crispa y aprieta el relicario hasta que los nudillos se ponen blancos.

- Polonia no ha muerto aún... es lo que dice el himno de tu país, ¿no? — añades, y ante su desconcierto, sonríes — ¡ni nosotros tampoco!

La angustia da paso a una tímida esperanza, mientras te escucha con atención y sigue jugueteando con la joya. Buscas las palabras en inglés sencillas para explicar tu plan y que te comprenda.

- No podemos escapar porque ellos cierran la salida. Están mejor armados y apenas tengo munición, eso es, balas. Lo único que puedo hacer es atacarlos para distraerlos para que tú puedas huir o esconderte hasta que se marchen.

— Pero... ¡te matarán! ¡No puedes hacer eso! ¡No quiero que mueras! — su súplica te sorprende y te quedas sin habla. — Por favor... - te aferra el brazo y te implora — no quiero que mueras por mi causa. ¿No hay otra manera?

Ibas a dar una respuesta de tipo duro, pero la mirada de esos tristes ojos azules es conmovedora, y su preocupación te deja perplejo. No te lo esperabas.

- ¿Y por qué te importa lo que me pase? No me conoces de nada.

Su respuesta te sorprende.

— Yo puedo decir lo mismo. No me conoces y estás dispuesto a dar tu vida por mí. A nadie le he importado nunca — dice con profunda amargura y tristeza — No puedo dejar que hagas eso por mí, no lo merezco — la voz se le quiebra y se le humedecen los ojos, aunque esta vez contiene el llanto — además, ya me has salvado la vida. Por favor. No soy tonta. Sé que si peleas con ellos será un suicidio. Hablemos con Durr. Él me desea y no va a matarme. Si nos rendimos tal vez te deje marchar.

Te quedas conmovido por la tristeza de la vida de esta chica, como un doloroso eco de la tuya. Sabes que tú no le importas una mierda a nadie, aparte de tu familia, pero no creías que a Ania le pasara lo mismo. Y menos todavía te esperabas que ella apreciara tu sacrificio hasta el punto de tratar de impedírtelo. No esperabas gratitud ni nada de eso, simplemente te parece que es tu deber que al menos ella se salve, que ya ha sufrido mucho, y que alguien tiene que escapar para detener a Durr.

Malditas mujeres, siempre te complican la existencia. No te lo está poniendo fácil. Sientes una opresión en el pecho y se te humedecen los ojos. Aprietas los dientes y sueltas su mano con delicadeza. Reprimes el impulso de apretar su mano entre las tuyas. Te pones erguido y cuadras los hombros.

- Gracias. Sé como te sientes. A nadie le he importado nunca. Lo aprecio. Eso significa mucho para mí — dices con voz entrecortada. Tragas saliva y tratas de dejarte de sentimentalismos — Gracias Ania, pero de todas formas ya estoy muerto y no pierdo nada arriesgándome. Mi vida es una mierda y no se pierde gran cosa si me matan, pero tú eres joven y tienes toda la vida por delante.

Ella protesta pero le atajas.

- No discutas. Mi decisión es definitiva. Estamos perdiendo tiempo. Tengo un plan, pero necesitaré tu ayuda.
Última edición por El Analandés el 21-Oct-2016, 0:11, editado 1 vez en total.
Responder