¡BRUJERÍA!: La Maldición del Errante

Si te atreves a ponerte en la piel de un Señor del Kai, si te crees capaz de desafiar a los Señores de la Oscuridad, o si deseas simplemete pasar un buen rato, entra y asume el riesgo... pero quedas advertido...
Lindelion

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Ish Ksj. Palacio de la reina Ahleesia.

Ish sigue al oficial a lo largo del pasillo que conduce a la entrada del palacio. Parece que las cosas están más calmadas ahora por allí. Lord Asher debe estar entrevistándose con la reina. El oficial se detiene enfrente de una simple puerta de madera, llama y entra. Dentro se encuentra el capitán de la guardia de palacio, el que llamó a Ish para que atendiera a Nethruul. El oficial hace una señal a Ish para que entre y cierra la puerta, quedándose fuera.

- Siéntate, Ksj - indica el capitán, que está sentado tras una mesa sencilla con dos candelabros a ambos lados. Al fondo de la habitación hay varios estandartes y banderas, así como algunas armas expuestas en la pared -. Tengo entendido que has hecho enojar a algunos de los médicos - dice, sonriendo -. Has de saber que no te llamé para que te hicieras cargo de la situación, sino para apoyarles con tus conocimientos.

Ish está pensando si debería disculparse, cuando el capitán dice:

- Hace un rato me encontré con lord Asher y me pidió que felicitara de su parte al médico que había atendido a Nethruul, su hombre de armas. Además, ha pedido expresamente que seas invitado al banquete de esta noche, para que pueda conocerte. El equipo de médicos de Su Alteza deben estar rojos de envidia - dice, con una sonrisa -. ¿Aceptarás esta invitación?

Ish comprende que el capitán se muestre de tan buen humor, ya que el hecho de que fuera él quien llamara a Ish y que este haya sido invitado por el propio Asher demuestra su competencia y la calidad de sus contactos en la ciudad a los ojos de todo el personal del palacio y de la reina.
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Siladrem Sinval. Palacio de la Reina Ahleesia

Siladrem hace su entrada en la habitación de Faur, que se encuentra medio en penumbra. Como era de esperar, Faur sigue acostado en su amplia cama y arropado por varias mantas. Cuando habla, su voz suena sólo en un susurro, pues sus fuerzas le están abandonando.

- Mi querido Siladrem - dice con dificultad al oír la voz de su pupilo -. Acércate, ya apenas me quedan fuerzas para hablar. Cuéntame, ¿cómo ha ido todo? ¿Por fin vino el embajador de Brice?

Siladrem se acerca y le cuenta a su maestro todo lo sucedido, transmitiéndole sus dudas acerca de Asher y comunicándole su viaje a Brice. Faur queda unos instantes en silencio, sopesando la situación. Después sus palabras se suceden en un débil hilo de voz:

- Mi querido aprendiz, puede que cuando vuelvas yo ya no esté aquí. Pero presiento que este será el viaje más importante de tu vida. Recuerda todo lo que te he enseñado, y no dejes que los demonios del pasado te dominen. Ya sabes a qué me refiero. Tu madre estaría orgullosa de ver a dónde has llegado. Sea alegría o dolor lo que encuentres allí, no olvides nunca que cumpliste los deseos de tu madre, y que siempre has actuado correctamente. Desconfía de Asher, pero no le demuestres tal desconfianza, permanece siempre neutral. Tras este viaje ya nadie podrá decir que no eres un auténtico y genuino analandés, que sacrifica su propia seguridad y su bienestar por el bien de su pueblo. Ve, hijo, y vuelve como integrante del Consejo de Arkleton.

Faur cierra los ojos y se entrega e nuevo a su descanso tras recibir el abrazo de su pupilo. Siladrem sale de su habitación sumido en una profunda tristeza, pero una firme determinación. Enseguida se pone manos a la obra para preparar su marcha. En primer lugar se encarga de escribir las cartas necesarias para comunicar a sus alumnos que estará fuera un tiempo. Luego llama a su auxiliar y le pide que le suban la comida a su habitación, pues quiere comer a solas y pensar tranquilamente en todo lo sucedido hoy.
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phillix
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Ish Ksj. Despacho del Capitán

Al entrar en la habitación tomo asiento a petición del capitán, la silla está más comoda de lo que parece. Lo dejo que hable primero y entonces le digo:


- Considera que esos médicos no aceptarían ni a un gato en su compañía. No hice más que curar a Nethruul y salir. Sin embargo lo último que quisiera es causarte el más mínimo problema. Tu invitación a venir ha sido interesante y espero no quedar mal contigo.

Por otro lado, lord Asher es muy gentil en invitarme al banquete y ya que no me has dejado comer nada pues con gusto asistiré


Sonrío por el reclamo que acabo de hacer

- Sin embargo sabes muy bien que no estoy muy acostumbrado a esto de la política, por lo que tus recomendaciones para aprovechar mejor esta ocación me serán muy útiles.

Y por cierto ¿Hay algo que pueda hacer por ti?...


Espero que pueda darme algunos consejos útiles y creo que lo hará ya que mi éxito es para el un éxito también. También me parece que es una buena persona y creo que le debo un favor, así es que quizá haya algo en que le pueda ayudar. Y en cuanto a la cena, ojalá me den también un poco de cerveza.
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Magnakai

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Me desplomo sobre la silla y reposo así un rato para calmarme un poco después de la ajetreada mañana cargada de emociones que he vivido. Respiro hondo un par de veces para tratar de calmarme y espero a que me sirvan la comida. Cuando llegue el paje le pediré que, por favor, haga saber a mis conocidos mi partida de Analand y que debido a la premura y lo imprevisto del viaje me ha sido imposible despedirme en persona de todos ellos. Le daré otras dos monedas de oro.
Comeré con tranquilidad y, si nadie me reclama, repasaré mi libro de hechizos pues estaré separado de él durante un tiempo. No mucho, sólo repasar. Al terminar, ( calculo que será comienzo de la tarde), me echo una pedazo de siesta para descargar tensiones y relajar mi mente.
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Ish Ksj. Despacho del Capitán, palacio de la reina Ahleesia (Arkleton)

- Y por cierto ¿Hay algo que pueda hacer por ti?... - pregunta Ish al capitán.

- Sí -, contesta este con una sonrisa -. ¿Puedes decirle a Sander que pase? Ya debe estar esperando.
Lindelion

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Sander Hookton. Despacho del Capitán, palacio de la reina Ahleesia (Arkleton)

Mientras espera tras la puerta de entrada al despacho del capitán, Sander observa a su alrededor. No acaba de acostumbrarse a este lugar tan "regio". Ya sólo la puerta de entrada al palacio es algo excepcional. Es una gran puerta de 8 metros de alto por 3 de ancho que se abre en dos mitades, y con un símbolo en su parte exterior en cada mitad, el cual representa a Libra y otros motivos religiosos. La puerta se abre a la gran galería embaldosada de la entrada, larga y con el techo algo más bajo que los pasillos interiores. Su anchura de 6 metros permite el tráfico a veces abundante de funcionarios y guardias. Las paredes están desnudas, pero en ellas hay gran variedad de grabados que guardan una forma simétrica, con los mismos motivos que las baldosas. Hay unos grandes ventanales con vidrieras de colores variopintos encima de la puerta de entrada, y que hacen que la atmósferadel interior sea algo mágica. Justo encima de la puerta hay un gran rosetón que deja entrar toda la luz al interior. Flanqueando la puerta de entrada, dos grandes estatuas de mármol representando una mujer sosteniendo una balanza recuerdan el fervor religioso del pueblo hacia su deidad, Libra, la diosa de la Justicia. Las estatuas miran hacia abajo, en dirección a aquellos que entran al palacio, como recordando que Libra vigila toda sus acciones y las juzga.

Sander sale bruscamente del embrujo del lugar al oír la voz de Ish, que le avisa de que el Capitán está listo para entrevistarlo. Sander mira fijamente a este médico tan simpático que acaba de conocer, y mientras entra al despacho se pregunta si volverá a verlo. Pocos son los que han querido su compañía, y este médico ha sido uno de esos pocos.

Sander cierra la puerta y admira el despacho del capitán (Nota: leer unos posts más arriba para la descripción).

- Siéntate, por favor - dice el capitán de forma muy educada. Sander toma asiento y escucha al capitán, sin articular palabra -. Verás, Sander, he sido informado de tu reciente misión de despejar la zona de la frontera con Lendleland y tu misión posterior de escoltar a Asher hasta Arkleton. Parece que el capitán vigía de la frontera confía mucho en tus habilidades. Supongo que ya estabas enterado antes que nosotros en el palacio del ataque que sufrió el embajador. Ahleesia me ha dejado encargado de reunir mercenarios leales a Analand y prudentes para escoltar a Asher hasta Brice. Según la información que tengo, tú eres el único que cumple con este perfil. Además, si tenéis algún encuentro desagradable, nadie jamás pensaría que eres un analandés - el capitán se refiere, lógicamente, a la vestimenta y el aspecto de Sander -. Dime, ¿aceptarías viajar a Brice como escolta?
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Baklands
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Sander Hookton. Despacho del capitán; Palacios de la Reina Ahleesia (Arkleton)

Al entrar en el despacho del capitán, me sigo asombrando de las comodidades que todo el mundo parece disfrutar en este palacio. Sólo el pensar que yo podría pertenecer a este lugar hace que sienta un pequeño pinchazo de remordimiento, pero es sólo pasajero.

Atentamente escucho la propuesta del capitán. Parece ser que el capitán vigia de la frontera está haciendo una gran propaganda de mi nombre. Mejor para mí, esa propaganda es lucrativa. Y cuando me pregunta si estoy dispuesto a hacer de niñera por segunda vez, aunque ésta tiene pinta de ser mucho más peligrosa que la primera, una sola idea cruza por mi cabeza.

Soy un mercenario. No se trata de si estoy dispuesto a ir, sino de por cuánto estoy dispuesto a ir

Con esta idea aún rondando en mi mente, le respondo:

Si la paga es buena, puedo ir de escolta hasta el mismísimo infierno si hace falta.

Y me quedo mirando divertido al capitán.
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phillix
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Ish Ksj. Palacio de la reina Ahleesia (Arkleton)

- El capitan está listo para verte le digo a Sander y así termina mi misión de ayuda.

Una vez afuera y con la espalda algo lastimada por la silla en el despacho, me dirijo al comedor para tratar de terminar con el plato que quedó pendiente.

Sin embargo al llegar veo que no hay plato ni comida. Creo que es momento de caminar de regreso a casa, aqui las cosas están en impasse.
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Lindelion

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Sander Hookton. Despacho del capitán; Palacios de la Reina Ahleesia (Arkleton)

- Me imaginaba esa respuesta - dice el capitán -. Leales o no, los mercenarios siempre seguís siendo mercenarios. Se te pagarán 30 doblones de oro, quince ahora y quince cuando vuelvas. Además se te proporcionarán provisiones y el equipo que necesites para el viaje.

Treinta doblones es algo inusual, pero la misión también lo es. Escoltar a un embajador extranjero nada menos que hasta su país es algo bastante inusual. El hecho de proporcionarle escolta hasta tal extremo significa que ha debido haber alguna especie de acuerdo entre el embajador y la reina.

- Otra cosa - añade el capitán -. Tu misión será proteger la vida del embajador, pero por encima de la suya debes proteger al consejero de la corte que le acompañará. El bienestar de los nuestros siempre es prioritario. ¿Conforme entonces?

Esto confirma la sospecha de Sander. Un consejero de la reina viajará con el embajador. Eso lo explica todo.

Sander sabe que el capitán atenderá a razones si negocia con él. Provisiones y 15 doblones de oro son más que suficientes para el viaje. En realidad su recompensa serían los 15 doblones que le aguardan a la vuelta, más lo que le sobre del viaje.

Brice... no le suena muy bien a Sander ese nombre. La nación nunca ha tenido problemas con Analand, pero sabe que de allí surgieron los temidos Emisarios de la Luna, hombres fornidos capaces de adoptar forma de lupinos de fuerza terrible, entrando en un frenesí incontrolable de destrucción. Antaño sembraron el caos en el Viejo Mundo, y a punto estuvieron de someterlo. Y hoy día hay rumores sobre su resurgimiento.

El capitán epera pacientemente la respuesta de Sander, mientras este considera la situación.
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Baklands
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Al oir la cifra de 30 doblones de oro, mi cuerpo se estremece un poco de la emoción, aunque intento que no se note.

Treinta doblones, uauh, eso es más de tres veces lo que cobré por escoltarlo desde la frontera. Aunque claro, esta misión es mucho más peligrosa. Tal vez podría presionarlo para sacarle un poco más de oro, aunque pensándolo bien, creo que será más productivo si...

Con una sonrisa en los labios deformes, le digo al capitán:

No deberíais dudar de la lealtad de un mercenario, capitán. En casos como éste yo soy siempre leal al oro de Analand.

Y adoptando una pose algo más seria prosigo:

Esa cifra me parece justa para escoltar al embajador de vuelta a su país, aunque si hemos de atravesar Lendleland y parte de Brice la misión es bastante arriesgada y más si hay que arriegar el pellejo por el consejero analandés y el briciano. Yo sólo dispongo de esta espada, pero he pensado que tal vez este inconveniente se podría solucionar en la armería de palacio. Por lo demás, si se me proporciona el equipo que necesito para el viaje, podéis contar con mis servicios...una vez más

Y tras esto, me quedo mirando al capitán esperando su respuesta respecto a mi insinuación sobre el viaje a la armería.
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Sander Hookton. Despacho del capitán; Palacios de la Reina Ahleesia (Arkleton)

- Trato hecho entonces - dice el capitán -. Recibirás el dinero y el equipo mañana justo antes de partir a Brice. Esta noche nos veremos en la cena.
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Comedor del palacio de la Reina Ahleesia (Arkleton)

Todo está dispuesto para el gran banquete en honor a la visita de lord Asher. Los cocineros están terminando de aliñar los platos y conferirles ese inconfundible toque "analandés" que les dan las especias del Lejano Analand. Los mozos se afanan en encender los cientos de velas de la gran araña de luces que cuelga del centro del gran comedor, colocan la brillante cubertería de plata como es debido, así como ostentosos candelabros de tres brazos de plata y oro, preparan las sillas tapizadas con telas ribeteadas en su extremo y con lujosos bordados de oro. La gran alfombra azul se despliega desde la entrada hasta la mesa del fondo, subiendo los largos escalones que separan este estrado del resto del comedor. Toda esta gran estancia luce como siempre con gran belleza para acoger a la nobleza que esta noche llenará el estómago aquí.

Ish asoma tímidamente por la gran puerta doble que da entrada al gran comedor. Su aspecto es muy diferente al de esta mañana. La gran araña de luces brilla con cientos de diminutas llamas azules que hacen que el ambiente adquiera un cierto tono mágico y acogedor a la vez. Las largas y numerosas mesas están ocupadas por infinidad de personas, los nobles están situados más cerca del estrado donde se ubica la gran mesa de la reina, mientras que las familias de menor rango se van colocando progresivamente más cerca de la puerta, hasta llegar a las últimas mesas, donde hay algunos funcionarios y miembros de la guardia, como algunos oficiales menores. Justo en esas mesas, Ish ve sentado al capitán de la guardia de palacio, junto con Nethruul, el hombre de armas de lord Asher. Al instante, uno de los mozos guía a Ish hasta su mesa, casi a la misma altura que la del capitán, junto con los médicos de palacio. Cuando le ven sentarse, los médicos ni siquiera saludan a Ish, auqneu algunos de ellos, pupilos de los dos más importantes, le miran con aire divertido.

Sander llega dos minutos después y enseguida ve al capitán, que le hace una señal para que se acerque a su mesa. Nethruul está sentado a su izquierda. Cuando Sander pasa por su lado, Nethruul le dedica una media sonrisa, no se sabe de qué naturaleza... el tipo parece un lunático o un fanfarrón. Permanece con un brazo apoyado sobre la mesa, con los cubiertos de plata revueltos, como si estuviera en una taberna. Los mercenarios no están acostumbrados a estas exquisiteces... Sander toma asiento en una silla cuatro asientos más a la derecha del capitán. Aquí se encuentran algunos oficiales más, los que no están ocupados en su tarea diaria de la defensa y vigilancia del palacio.

Pasa aproximadamente media hora hasta que la reina hace su aparición, acompañada de lord Asher. Todo el mundo se levanta casi al unísono cuando ven aparecer a Ahleesia por la puerta, y permanecen de pie hasta que la reina toma asiento en su mesa. Tras la reina, en una fila más o menos regular, avanza por la alfombra miembros de las más altas esferas de la sociedad de Arkleton: el general de las tropas de Analand y Guardián Superior de las murallas de la ciudad, el Funcionario Mayor del Puerto (un cargo que hoy día se ha hecho prácticamente hereditario), el Presidente de la Asociación de Comercio de la ciudad, el Guardián de las Llaves (un título que tiene un poco de militar y otro poco de funcionario, y cuyo poseedor tiene a su cargo la defensa de las puertas de la ciudad y posee una llave que abre los edificios más importantes de la misma, incluído el palacio), y varias de las familias más nobles de Arkleton. Cierran la fila Dhuncam y Siladrem, que se sientan justo enfrente de la reina y de Asher.

El banquete da comienzo.
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Ish Ksj. Comedor del palacio de la Reina Ahleesia; mesa de los físicos.

Ish no se encuentra muy agusto en compañía de estos médicos estirados con ese aire de superioridad que les caracteriza. Muchos de ellos hacen comentarios en voz baja en el oído de otros, y los dos principales comentan entre ellos con aire desdeñoso y lanzando indirectas a Ish, a quien ni siquiera le apetece estar pendiente de todo esto. Mirando constantemente hacia atrás, intentando disimular, ha visto la mesa donde se sienta el mercenario al que conoció esta mañana, ese tal Sander. Su apariencia puede dejar mucho que desear, pero sin duda Ish daría la mitad de su cena por estar entre los soldados en lugar de "disfrutar" de la compañía de semejantes cínicos.

- Perdone, señor - le dice un mozo por la espalda, haciendo que Ish se sobresalte un poco, debido a la presión a la que está siuendo sometido. - Es deseo de lord Asher que se siente vos en su mesa. ¿Podéis acompañarme?

Una espontánea sonrisa asoma al rostro de Ish, que no hace ningún esfuerzo por ocultar su satisfacción ante el requerimiento de Asher. Abandona su asiento y sigue al mozo a lo largo de la alfobra azul en dirección al estrado. Una vez que llegan al primer escalón, el mozo le indica su lugar, al lado de un tipo de pelo largo que le cae hasta la mitad de la espalda y que viste una túnica púrpura.
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Siladrem Sinval. Comedor del palacio de la Reina Ahleesia; mesa real.

Siladrem avanza a lo largo de la alfombra azul que conduce a la mesa de la reina. Es la primera vez que recorre la alfombra y que se sienta en la mesa real en un banquete como este. Cuando se sienta junto a Dhuncam se siente extraño ante tal ostentación de riqueza. Asher sigue luciendo esos anillos de diamante que le son tan odiados, y su actitud no ha cambiado. Aprovechando su proximidad con la reina intenta iniciar conversaciones con ella en tono adulador, pero Ahleesia sabe tratar a este tipo de hombres y sabe de sobra esquivar los intentos de quienes desean intimar un poco más con ella.

Están a punto de servir el primer plato, cuando Asher dice algo:

- Oh, olvidaba a ese médico que tan bien ha atendido a mi subordinado. ¿Podríais reclamar su presencia ante vos para que pueda acompañarnos en la cena, su Alteza?

La reina se extraña de esta petición, así como casi todo el mundo sentado a la mesa, pero consiente y tras su asentimiento, Dhuncam llama a uno de los mozos y le ordena que traiga al médico. Poco después, el médico se presenta tímidamente y se le proporciona un asiento al lado de Siladrem.
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Ish Ksj y Siladrem Sinval. Comedor del palacio de la Reina Ahleesia; mesa real.

- Así que tú eres el físico que ha atendido a Nethruul - dice Asher, y su voz grave y profunda soprende a Ish -. Es una suerte de que en este palacio puedan disponer de médicos como vos.

- En realidad no trabaja en palacio - dice Dhuncam -. Se le llamó exclusivamente para atenderos a vos o a vuestro subordinado, por si necesitábais cuidados médicos tras vuestro incidente.

Asher ríe, y al hacerlo vuelve a enseñar los colmillos que no hace mucho vio Siladrem.

- Sois muy discreto al referiros al intento de asesinato que he sufrido como un simple incidente - y al pronunciar estas palabras frunce un poco el ceño -. Pero olvidemos eso ahora. El caso es que me sorprende que este buen físico no trabaje en palacio. El propio Nethruul me comentó lo gratamente sorprendido que había quedado tras la intervención de este hombre.

Ish se siente muy halagado al recibir los cumplidos de alguien como el embajador. Pero recuerda que no fue para tanto, las heridas de Nethruul casi habían cicatrizado todas ellas; cosa extraña por otra parte, a juzgar por el poco tiempo que había transcurrido desde la batalla que tuvo lugar hasta el momento en que lo curó.

- Veo que vuestro talento se desaprovecha - prosigue Asher -. ¿Podríais decirme vuestro nombre?
Última edición por Lindelion el 31-Jul-2005, 19:24, editado 1 vez en total.
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Sander Hookton. Comedor del palacio de la Reina Ahleesia; mesa de los oficiales.

Cuando Sander entra al comedor se produce la reacción que ya esperaba. Casi todo el mundo se queda mirando a ese tipo largo y de pinta sospechosa, con un jubón color pardo que oculta su cara tiznada de negro. Uno de los mozos le indica, no sin cierto temor, la mesa donde debe sentarse, a pesar de que el capitán ya se lo ha indicado desde su mesa. Cuando se acerca, los oficiales se ven igualmente sorprendidos, pero no Nethruul ni el capitán. Agradece que le hayan proporcionado un asiento lejos de ese mercenario briciano. Su falta de modales en la mesa no es precisamente lo que más le molesta de él. Hay algo que no le gusta de ese tipo. Sin embargo, este debe ser el típico mercenario briciano. Las cosas son muy diferentes en Brice, un estado militar donde los hombres de armas tienen casi tantos privilegios como los nobles.

Sander no se siente muy cómodo en este ambiente. Los mercenarios son más amigos de tabernas y mesones, donde no es necesario guardar las formas. Pero se anima pensando en el banquete que le espera. Cuando pasa la reina, Nethruul se levanta con desgana y cuando todos se sientan, deja caer todo su peso en la silla. Incluso los oficiales están algo incómodos antes los pocos modales de Nethruul, que no abre la boca en ningún momento. Cuando llega el primer plato, Nethruul lo observa y coloca las manos a ambos lados del mismo, como si no supiera qué hacer. Después mira a todos sus compañeros de mesa, que le observan esperando su reacción. Finalmente, el capitán corta esta extraña situación ofreciéndole a Nethruul los cubiertos que están junto a su plato. Este los coge y, de una manera bastante cómica, los utiliza para comer su plato.

Sander se olvida del extraño mercenario y se concentra en su plato, pescado a la plancha acompañado de una rica salsa aliñada con especias. Los oficiales hablan entre ellos mientras comen. uno de ellos se dirige a Sander:

- Así que tú eres quien va a viajar con esta "buena pieza", ¿eh? - comenta, refiriéndose a Nethruul. Este levanta la vista y clava una mirada de pocos amigos en el oficial que acaba de hablar. El oficial, al cruzar la mirada con Nethruul, cambia de conversación -. ¿No eres tú aquel al que llaman Perro del Infierno? ¿Es cierto eso que dicen de que provienes del Yunque de los Dioses?

Casi todos los demás permanencen atentos a la respuesta de Sander, claramente interesados en conocer su procedencia.
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phillix
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Mensaje por phillix »

Después de tan sorpresiva llamada a la mesa principal, no puedo evitar sonreir y guiño el ojo a los médicos pupilos a quienes perece que divierto. Sin decir una palabra me cambio de mesa:

... - Veo que vuestro talento se desaprovecha - prosigue Asher -. ¿Podríais decirme vuestro nombre?

-Ish, señor-
Contesto - Ish Ksj, humilde servidor. Y como el caballero mencionó antes, no trabajo en el palacio. Afuera en la ciudad tengo una librería, sin embargo me dedico a curar a aquellos Analandeses que no pueden pagar un médico, por eso he tomado práctica en tratar heridas tan profundas como la que sufrió su guerrero Nethruul.

Exagero un poco lo de la herida de Nethruul para aprovechar el viaje

-Le agradezco mucho sus nobles palabras. La invitación a su mesa representa un gran honor para mi.-


Digo esto mientras hago un gesto de reverencia hacia donde se encuentra la reina. Y por lo pronto espero algún otro comentario porque no me quiero arrancar hablando y hablando solo...
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Baklands
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Sander Hookton. Comedor del Palacio de la Reina Ahleesia; mesa de oficiales

No se me escapa la mirada que Nethruul dirije al oficial que le ha llamado "buena pieza".

Vaya, vaya, parece ser que mi "buen" briciano sí entiende el analandés después de todo, o no hubiera reaccionado así ante el comentario del oficial.

Tomo nota mental de este suceso, pero no le doy mayor importancia. Si el mercenario no quería hablar conmigo tampoco voy a hacer un drama de ello. Y de repente, la conversación gira en torno a mi procedencia.

Miro quedamente al oficial que me ha lanzado la pregunta, sopesando sus palabras y el tono en el que las ha pronunciado. Obviamente mi aspecto les ha hecho pensar que soy un monstruo o algún habitante de las tierras de Khakabad, si no no hubiera mencionado el Yunque de los Dioses, pero no detecto hostilidad alguna en su pregunta, sino simplemente curiosidad, así que sin dejar de mirarle le respondo:

¿Realmente crees que si fuera un monstruo estaría sentado junto a tí en este banquete? Lo digo en un tono amedrentador, dándole a entender que esta vez no me ha molestado, pero que no me gustan este tipo de preguntas tan alusivas hacia mi aspecto. Sin darle tiempo a responder continúo:

Soy analandés por nacimiento y por derecho, aunque dado mi aspecto, sospecho que muchos preferirían que proviniese del mismo infierno, a juzgar por los sobrenombres que me otorgan allá donde voy. Así que si no te importa, preferiría que me llamases Sander, pues ése es mi nombre.

Tras lo cual vuelvo a concentrar mi atención en el plato de pescado.
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Magnakai

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Siladrem Sinval. Comedor del palacio de la Reina Ahleesia; mesa real.

Cuando se sienta Ish junto a mí le hago un leve saludo con la cabeza y atiendo a la conversación que mantiene con Lord Asher.

Ummm, así que Nethruul es el nombre del único superviviente de su escolta.

Al terminar espero un tiempo prudencial mientras se sirven los paltos y cuando la atención deje de estar centrada en mi compañero recién llegado, le extendo la mano en señal de amistad y le digo:


- Mi nombre es Siladrem, encantado de conocer a un hombre que deja en tan buen lugar el nombre de Analand.


Repuesto como estoy tras mi siesta reparadora, atiendo a las conversaciones que surjan en la mesa mientras con recato y cuidado (no hablar con la boca llena, utilizar los cubiertos con soltura y sin ostentación, no sorber al ingerir líquido, etc) como lo que se me haya servido, evitando en lo posible que la reina se arrepienta de haberme sentado por primera vez en su misma mesa.
Lindelion

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Ish Ksj y Siladrem Sinval. Comedor del palacio de la Reina Ahleesia; mesa real.

Siladrem se limita a saludar a Ish sin articular palabra, muy atento a todo lo que dice Asher, que hoy luce la misma túnica de ayer, la cual le daría un cierto aspecto de sabio o de mago si no fuera por su corpulencia y apariencia semicaótica.

Asher sonríe cuando Ish habla de la herida de Nethruul y sigue dirigiéndose a él:

- Tu origen humilde no te ha impedido convertirte en un habilidoso físico. Dices que te dedicas a vender libros, ¿acaso has adquirido a través de ellos tus conocimientos de medicina?

Asher parece muy interesado en Ish, aunque nadie en la mesa alcanza a comprender por qué. Curar a un subordinado no denería tener nada de especial para otorgar tal galardón en público. Asher escucha atentamente a Ish, y cuando termina de hablar sobre sus inicios como médico, el embajador sorprende a todo el mundo con la siguiente pregunta:

- Me da pena que tu talento sea desaprovechado de esta manera. Bien, si no hay sitio para ti entre los muros de este palacio, puede haberlo en otros lugares... Dime, ¿te gustaría ser mi médico personal?

Todo el mundo está harto sorprendido por la proposición, tanto por lo inesperado como por lo atrevido de la misma. Hasta ahora Asher había procurado en todo momento halagar a la reina y había tenido cuidado de seguir los protocolos y mostrarse educado (algo que tal vez podría ser inesperado en alguien de su aspecto), pero la forma en la que ha hecho esta proposición, aludiendo a la falta de juicio de la gente de palacio para reconocer a un buen médico, le ha hecho retirarse bastante de esa actitud que había mantenido hasta ahora.

Siladrem observa a la reina, que dibuja una expresión que es una mezcla de sorpresa y extrañeza. Sin embargo, Dhuncam está totalmente serio, sin expresión en su rostro y atento a la conversación.
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